Como parte de un reportaje para la revista Mosaik de Alemania, me introduje en las profundidades del Cerro Rico de Potosí. Gracias a Reynaldo, un ex minero que trabaja como guía en las minas, pude acercarme sin restricciones a los hombres que trabajan en el interior de una mina boliviana, desde que entran al socavón, hasta que una vez terminada la faena, celebran el éxito, o lamentan el fracaso con alcohol y coca, hoja que ayuda al minero a soportar las dificultades que le imponen las difíciles condiciones de trabajo, la altura, el hambre y las pocas horas de sueño.
Ha sido una de las experiencias más fuertes y más agotadoras física y emocionalmente que he vivido. Sólo estuve unas horas en la mina. Hay miles de personas que pasan buena parte de sus vidas bajo la tierra, trabajando con la esperanza de encontrar una veta milagrosa que les permita salir para siempre.